Cambio climático. La lluvia ácida amenaza construcciones y genera problemas de salud.
El paso del tiempo y el clima han ido transformando la fisonomía de construcciones las históricas. Una erosión se da a través de la lluvia acida y encuentra en el cambio climático un poderoso aliado que intensifica el deterioro de monumentos, sitios arqueológicos y patrimonio arquitectónico alrededor del planeta.
La lluvia ácida se forma cuando la humedad en el aire se combina con los óxidos de nitrógeno, el dióxido de azufre y el trióxido de azufre emitidos por fábricas, centrales eléctricas, calderas de calefacción y vehículos que queman carbón o productos derivados del petróleo que contengan azufre. En interacción con el agua de la lluvia, estos gases forman ácidos nítricos, ácido sulfuroso y ácido sulfúrico. Finalmente, estas sustancias químicas caen a la tierra acompañando a las precipitaciones, constituyendo la lluvia ácida. La lluvia ácida por su carácter corrosivo, corroe las construcciones y las infraestructuras.
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires los vecinos de Palermo, Belgrano, Colegiales, Recoleta y Retiro denunciaron que cae lluvia ácida, como consecuencia de la quema de fueloil importado de Venezuela, de muy baja calidad desde 2005. El combustible es usado en las centrales eléctricas Costanera y Puerto como sustituto del gas. La Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires llevó adelante el reclamo de los vecinos y señaló que la lluvia ácida se produce por la quema de combustible derivado del petróleo y genera serios trastornos en las vías respiratorias de las personas, pues la niebla ácida ingresa a los pulmones durante la respiración. En los barrios afectados se puede observar las marcas de la lluvia ácida, en forma de manchas blancas sobre las veredas. Las empresas involucradas deberían realizar una adecuación sustentable para seguir generando energía.