“Cuando quieras emprender algo, habrá mucha gente que te dirá que no lo hagas; cuando vean que no pueden detenerte, te dirán cómo tienes que hacerlo; y cuando finalmente vean que lo has logrado, dirán que siempre creyeron en ti”.
John C. Maxwell

Los anfibios gigantes del Triásico.

Un estudio científico analiza la biomecánica del cráneo de un grupo de anfibios extintos de grandes dimensiones,  para aclarar cuál fue el papel de estos animales en los ecosistemas de hace 250 millones de años. Los resultados muestran una posición diferente a la que ocupan los cocodrilos, a los que se parecen en tamaño y aspecto. La investigación, basada en la biomecánica computacional, está liderada por Josep Fortuny, investigador del Instituto Catalan de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP). El estudio cierra un debate histórico sobre el papel que jugaban los anfibios extintos en los ecosistemas del Triásico, que dominaban los ambientes acuáticos de agua dulce (ríos, lagos, humedales) y algunos de sus representantes tendieron a hacerse gigantes.  En algunos aspectos como en la forma del cráneo se parecen a los cocodrilos, pero su naturaleza anfibia condicionó la forma plana de su cabeza y dificultó la aparición de un paladar secundario, un rasgo que sí presentan los cocodrilos y que les permite respirar incluso con la boca llena de agua.  Precisamente, la extinción de los temnospóndilos al inicio del Jurásico coincide con la aparición de las primeras formas cocodrilianas. La causa del declive de estos anfibios gigantes sigue siendo una pregunta abierta pero, con los datos actuales, no sería descabellado pensar que la aparición de los primeros representantes de los cocodrilos tuvo algo que ver en su desaparición. El estudio se ha publicado en la revista Scientific Reports. La investigación se ha llevado a cabo en colaboración con investigadores del Muséum national d’Histoire Naturelle de París, el Centrum fur Naturkunde (Universidad de Hamburgo) del Departamento de Geología de la Universidad Autónoma de Barcelona y de la Universidad Politécnica de Cataluña.

Fuente: Revista Scientific Reports.